miércoles, 27 de agosto de 2014

Organización de la practica docente

El carácter preventivo de la atención a la diversidad constituye el punto de partida desde el que se organizan los aspectos estructurales y curriculares de cada centro educativo. Cuanto más se hayan consensuado los principios pedagógicos recogidos en el Proyecto Educativo y mayor haya sido el acuerdo a la hora de concretar los aspectos esenciales del currículo, más unanimidad existirá a la hora de abordar los procesos de enseñanza y aprendizaje desde una perspectiva integradora y, por consiguiente, más se contribuirá a la atención a la diversidad de todo el alumnado de forma general y preventiva. No obstante, en los centros docentes siempre habrá alumnado con nece- sidades educativas específicas que demanden una atención educativa especial, por lo que también se prevé dentro del Proyecto Educativo de Centro las medidas necesarias para llevar a cabo su atención educativa.
A nivel individual, cada profesor o profesora contribuye a la atención preventiva de la diversidad mediante la aplicación de unos principios generales en el diseño de su programación de aula, tanto a nivel de los objetivos, contenidos, métodos pedagógicos y criterios de evaluación, como respecto a la organización del espacio y la gestión de los recursos disponibles, teniendo siempre en cuenta que todos ellos deben tener como referente los elementos del currículo prescriptivos para cada área o materia.
En relación a los elementos constitutivos de las programaciones de aula, destacamos los aspectos más relevan- tes de cada uno, desde los que se puede incidir en una mejor atención a la diversidad del alumnado:

  • Objetivos: las actividades de enseñanza y aprendizaje deben tener como referente último los objetivos generales de cada etapa educativa. No obstante, a nivel específico, se pueden establecer objetivos se- cuenciados por niveles dentro de cada uno de los bloques de contenidos que configuren la programación de una materia o área, con el fin de ayudar a la adquisición de los aprendizajes en función de su grado de dificultad y de las capacidades de cada alumno o alumna.

  • Contenidos: deben contribuir a la adquisición de las competencias básicas, establecidas normativamente para la enseñanza básica en el RD 1631/2006, de 29 de diciembre, las cuales representan los aprendi- zajes imprescindibles que todo alumno o alumna debe adquirir al término de la enseñanza obligatoria para que pueda lograr su realización personal, ejercer la ciudadanía activa, incorporarse a la vida adulta de manera satisfactoria y ser capaz de desarrollar un aprendizaje permanente a lo largo de la vida.

  • Estas competencias básicas son:

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    • Competencia en comunicación lingüística
    • Competencia matemática
    • Competencia en el conocimiento y la interacción con el mundo físico
    • Tratamiento de la información y competencia digital
    • Competencia social y ciudadana
    • Competencia cultural y artística
    • Competencia para aprender a aprender
    • Autonomía e iniciativa personal

Los currículos de las áreas de educación primaria y de las materias de educación secundaria obligatoria deben contri- buir a garantizar el desarrollo de todas ellas, a través del tratamiento de los bloques de contenidos que configuran cada una de las mismas. Esta tarea puede abordarse mediante estrategias tan variadas como la presentación en espiral de los contenidos, de forma que éstos puedan trabajarse a diferentes niveles y con distinto grado de dificultad o la realización de actividades de síntesis (resúmenes o recapitulaciones) que ayuden en la adquisición de los contenidos nucleares.
Métodos pedagógicos: en la etapa de educación primaria los métodos de trabajo deberán favorecer la con- textualización de los aprendizajes, el aprovechamiento del entorno y la participación activa del alumnado en la construcción de los aprendizajes. En la educación secundaria obligatoria la metodología deberá ser funda- mentalmente activa y participativa, favoreciendo el trabajo individual y cooperativo del alumnado en el aula. La concreción de estos principios metodológicos en cada una de las áreas o materias curriculares puede realizarse mediante la aplicación de distintas técnicas o estrategias, cuya elección estará siempre en función de las caracte- rísticas del alumnado al que vayan dirigidas y de las directrices contenidas en la didáctica de cada disciplina.
Recurrir a la contextualización de los contenidos resulta útil porque permite conectar las enseñanzas del aula con el mundo real. Si además, se procura la conexión efectiva de los nuevos contenidos con los cono- cimientos previos y las expectativas de los alumnos y alumnas, se favorece al mismo tiempo el aprendizaje significativo en cada uno de ellos.
Otro tipo de aprendizaje que también debe estar presente en todas las materias o áreas es el aprendizaje cooperativo, a través del cual se plantean metas que exigen la reflexión colectiva del grupo y la ayuda mutua. Cuánto más heterogéneos sean estos grupos de trabajo, más se contribuye a la tutoría entre iguales, más se fomenta la distribución de tareas, funciones y responsabilidades y mejores serán las relaciones socia- les que se establecen dentro de los mismos.
Por último, el aprendizaje por descubrimiento guiado, mediante el cual se fomenta la capacidad de resolver situaciones variadas a partir de la adquisición de unos conocimientos básicos y la construcción personal de estrategias, constituye otra herramienta indispensable para lograr aprender a aprender y avanzar en la adquisición de un mayor grado de autonomía en los aprendizajes.
Por otro lado, los enfoques desde los que se puede abordar el tratamiento de los contenidos dependen de la naturaleza de los mismos, bien sea ésta de tipo conceptual, procedimiental o actitudinal, así como de las características generales de cada una de las áreas o materias del currículo. Así, por ejemplo, hay disciplinas, como las áreas instrumentales, las tecnologías o las lenguas extranjeras, en las que el enfoque experimental o funcional, respectivamente, son siempre los más adecuados, mientras que hay otras en las que se pueden hacer uso de diferentes enfoques dependiendo de las características de los contenidos que se trabajen en cada momento o situación. Este es el caso de áreas cómo Ciencias Sociales, Conocimiento del Medio o Ciencias de la Naturaleza, donde puede recurrirse a un enfoque globalizador para favorecer la interrelación entre los contenidos sin menoscabo de utilizar enfoques funcionales y experimentales cuando sea necesario facilitar la adquisición de aprendizajes procedimentales de tipo práctico.
En todas las áreas y materias se debe hacer uso de dos recursos metodológicos fundamentales para el desarrollo de la autonomía, iniciativa y creatividad del alumnado: las tecnologías de la información y la comunicación y la biblioteca escolar. Aprender a buscar, indagar, interpretar y resumir las informaciones que pueden adquirirse a través de estos recursos es indispensable para formar a futuros ciudadanos que han de vivir dentro de una sociedad tecnológica caracterizada por la información y la comunicación.
Cada situación de aprendizaje requerirá, a su vez, una forma de agrupamiento del aula diferente. No necesitan la misma organización los aprendizajes que favorecen el trabajo personal que los que favorecen la interacción y las relaciones sociales; en cualquier caso, es necesario lograr un clima de confianza que sirva para reforzar la autoestima del alumnado.
Evaluación: cada docente debe realizar las actividades de evaluación teniendo en cuenta las directrices generales recogidas en su respectivo currículo y las características específicas de su alumnado.
De forma general la evaluación será continua en toda la enseñanza obligatoria, si bien tendrá un carácter global en el caso de la educación primaria, mientras que estará diferenciada por materias en la secundaria. Es dentro de este contexto de evaluación continua donde se incorporarán las medidas de refuerzo, amplia- ción o enriquecimiento que requiera el alumnado en función de las necesidades educativas detectadas a lo largo de su proceso educativo, las cuales deberán estar previstas en la programación de aula de cada materia o área.
Una forma de abordar esta tarea es ordenar los criterios de evaluación en función del grado en que permi- tan valorar la adquisición de las competencias básicas y los aprendizajes específicos del currículo de cada disciplina, permitiéndose de esta forma una selección más ajustada a las necesidades educativas de cada alumno o alumna.

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